La idea del ser es una constante dentro del retrato que Jim Hast realiza en el arte, estableciendo un nexo en el mundo de las ideas y el “ser” como tal. Materializa la metáfora del artista como vehículo catalizador del arte en sí. 

“Un impulso innato que atrapa el ser y lo convierte en su instrumento” y bajo ese precepto, el artista se instala como alguien que permite que el arte revele su propósito a través de éste. 

Así es como el chileno Jim Hast ha visto toda su vida, y desde tal concepto es que sus deseos de pequeño –originados en las maravillas del hip hop ochentero– se materializaron en una formación como músico, productor y artista integral. 

Ha colaborado en áreas como la danza, lo audiovisual, la performance, así como también ha establecido nexos con otros artistas al haber actuado como productor para estos, y por supuesto, una carrera solista en la que su tesis del ser se mantiene tanto férrea como fluida.

La encarnación de su propia historia como artista divaga en horizontes poliformes y cambiantes que vieron sus inicios en el hip hop y sus propias técnicas, hasta llegar a la versatilidad del ambient y la electrónica de club. 

La compenetración conceptual, instrumental e interpretativa de todo aquello que fluye, de todo aquello que es. Jim Hast se desenvuelve en un vasto imaginario dominado por una grandilocuencia trascendental en clave electrónica que cambia formas una, y otra, y otra vez. 

El compromiso cobra su manifestación más crucial en el en vivo, y es con ese pensamiento que sus presentaciones son la ejecución y manifestación ideal de su visión. Como autor y ejecutor toma un rol fundamental, estando detrás de todo, y con ello, el arte por sobre todo.